A nosotras nos encantan los platos de cuchara, y más entrando en el invierno. En España contamos con maravillosos potajes y sopas increibles. Cada país tiene lo suyo, y otro dónde encontramos sopas riquísimas es Italia. Una de ellas es la famosísima minestrone, compuesta por verduras, legumbres, caldo, pasta o arroz. Como dicen los italianos, más que una receta es un concepto por lo que cada casa tiene su versión.
Esta sopa tiene una historia que se remonta a cientos de años. Su popularidad comenzó a despegar con la ampliación del Imperio Romano. Durante este tiempo, según dicen, el crecimiento económico permitió que una variedad de nuevas hortalizas inundaran el mercado. En lugar de limitarse a unos pocos cultivos, los italianos ahora podían disfrutar de una amplia variedad. Recolectando los ingredientes de las comidas sobrantes, los campesinos italianos preparaban esta “sopa de pobre”.
En qué se diferencia de una sopa de verduras, os preguntaréis…bueno, pues en que siempre se le pone pasta, arroz o espelta y legumbres. Tiene que ser una sopa densa, rica en verduras y sabor. Haz un repaso a la nevera y pon esas verduras y hierbas aromáticas que te sobran, coge esos fondos de pasta que siempre acabamos guardando y que nunca utilizas porque no es “suficiente” para hacer un plato de pasta. Rómpelos, haz trozos pequeños y súmalos a la sopa. En caso de que le quieras añadir algo de carne, unos tacos de pancetta o tocino le van fenomenal. Un toque de parmesano y un chorrito de aceite de oliva es obligatorio.

Algo a tener en cuenta, ve introduciendo los ingredientes en la sopa acorde a sus tiempos de cocción: si los metemos todos de golpe nos arriesgamos a acabar con una papilla, más que con una sopa.